François Truffaut, pionero del "cinema-styló"

Nació para el cine y vivió intensamente para crear una nueva visión cinematográfica. El director francés, François Truffaut fue uno de los pioneros de la Nouvelle Vague, una expresión cinematográfica que renovaba la forma de realizar películas. De pequeño, se pasaba los días en el cine, no le interesaba el estudio, y llegó a fundar su propio cineclub en 1947.


 

Después de pasar por un correccional, y por la cárcel militar por desertor, descubrió la prestigiosa publicación creada por Andre Bazin Cahiers du Cinéma, en la cual empieza a escribir críticas de cine. En Cahiers de Cinema conoce a otros directores franceses, como Godard, Rohmer o Chabrol, e inauguran lo que se denominaría la Nouvelle Vague.

La Nouvelle Vague introdujo la "teoría del autor", una forma nueva de ver el cine francés, pero también de elogiar autores internacionales como Hitchcock -uno de los favoritos de Truffaut-, Welles, Rossellini, o Nicholas Ray, y Engel, entre otros. François Truffaut sería uno de los directores más influidos por esta nueva corriente.

Con su primera gran obra, Los 400 golpes (1959), plasma sus propias ideas sobre la nueva ola del cine. El director se ve influido por la Nouvelle Vague en el sentido que en la película expresa sus propios pensamientos y sentimientos, al igual que los haría un pintor o un novelista. Esta era una de las bases de la reconversión del cine francés. Deja su huella personal; de hecho Los 400 golpes está basada en su propia infancia de mal estudiante, de sus tropelías, y de sus deseos de independencia, de escapar de todo, mezclados con la tristeza y falta de cariño familiar. El actor Jean-Pierre Léaud en el papel de Antoine Doniel es una versión que conduce la ficción del propio Truffaut. Rodada en conocidos exteriores parisinos, el director no duda en mostrar momentos dolorosos del protagonista, y su rebeldía hacia esa sociedad que se muestra tan cruel para el quinceañero. 

Los 400 golpes es la obra más emblemática de esta nueva corriente cinematográfica, sobre todo por la actividad crítica de su director. Consiguió el Premio a mejor director en el Festival de Cannes, y fue una verdadera revolución dentro del panorama general del cine francés y europeo.

Otra de las películas que he podido ver y analizar de Truffaut, una delicia cinematográfica, es Jules et Jim. Dirigida en 1962, Truffaut ya hacía unos años había descubierto la novela autobiográfica del escritor francés Henri Pierre Roché, de título homónimo, y de ahí realizó el guión para la gran pantalla. Como en la anterior, el escenario vuelve a ser París, pero la historia transcurre en la època de la primera guerra mundial. Dos hombres antagónicos, el austríaco Jules y el escritor francés Jim comparten una gran amistad y también el enamoramiento hacia la misma mujer, Catherine (interpretada por Jeanne Moreau). Catherine es vivaz, atractiva, extravagante, voluble y caprichosa. 


Bajo el prisma de la Nouvelle Vague, Truffaut trata el amor con una óptica menos romántica, más pasional y extrañamente, crítica hacia el papel de la mujer, capaz de enfrentar a los dos amigos por sus forma poco ortodoxa de mantener una relación estable de pareja. Truffaut expresa de forma bella y cruel un triángulo amoroso en donde hay un amor imposible, un laisser faire, infidelidad, y la dificultad de la coexistencia entre amistad y amor.

Destaca el juego de planos de cámara directos, lo que nos quiere destacar el autor-director, y su puesta en escena en blanco y negro. 

El pequeño salvaje (1970) es otra obra cumbre de François Truffaut, ya que en ella se pueden ver muchos aspectos de la Nouvelle Vague, además de su influencia personal en lo que respecta a su visión de la infancia -sobre todo la suya- y de la educación. Otra característica notoria es su aparición como actor, realizando el papel del doctor y pedagogo, Jean Marc Gaspard Itard. 


El argumento se inspira en la experiencia que tuvo el doctor Itard en el campo educativo, y en concreto en las experiencias con un niño salvaje, que se halló en Aveyron (Francia) hacia el año 1800. Truffaut muestra la crueldad de la época, en la que alguien que no se comportase según los cánones de la sociedad, no era "normal", y se le encerraba en un centro para trastornados mentales. Así pasa con el niño salvaje, que se le considera sordomudo y se le aparta del mundo. El doctor Itard (papel de Truffaut) se da cuenta que ese pequeño no tiene ninguna discapacidad mental, solo es un niño que actúa según el entorno dónde ha crecido, viviendo en el bosque y aislado de la civilización. Itard lo adoptó, lo llamaron Victor, y le dio una educación, aunque Victor no fue capaz de aprender a hablar y anheló la vida en libertad. Para el papel se escogió a un joven de raza gitana, Jean-Pierre Cargol, el cual hizo una gran interpretación.

Resalta la fotografía en blanco y negro de Néstor Almendros.

Aunque es un filme de época, entronca directamente con el protagonista de Los 400 golpes, Antoine Doniel, y con esa obsesión de Truffaut por su traumática infancia y por la libertad.



Reconozco que me faltan por ver muchas películas, y que Truffaut tiene una obra extensa de la cual he visto únicamente las que aquí presento. Para finalizar, otra cinta espléndida y que le valió el Oscar a Mejor película de habla no inglesa es La noche americana (1973). El cine dentro del cine en esta obra maestra, donde vuelve a aparecer su alter ego, Jean-Pierre Léaud en el papel del protagonista principal que es un joven visceral e inmaduro -podría ser que el mismo Truffaut se identificase con ese personaje juvenil-; Jacqueline Bisset realiza el papel de una actriz que está pasando por una crisis sentimental, y el mismo Truffaut interpreta al director en periodo de rodaje, y que tiene que dirigir a unos actores recién llegados, cargados con sus maletas y sus problemáticas personales. De inmediato, surgen los conflictos entre los actores y actrices, y el propio equipo de rodaje. Truffaut realiza un homenaje de amor al cine con una narración sublime e imaginativa.

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