Actores y actrices más relevantes de los sixtees en Inglaterra (I)

 Se habla poco del cine británico de los años 60, que representó el resurgimiento de una producción que había quedado eclipsada por las grandes películas de los años 50 hollywoodienses. Productores norteamericanos volvieron a interesarse por crear un nuevo cine en Gran Bretaña, el cine de los Sixtees (denominación de la década de 1960), con una forja de grandes actrices y actores que después fueron reconocidos a nivel internacional. 

He visto algunas cintas de esta época, aunque el número es menor que las que he visionado producidas en Estados Unidos, Italia o Japón. 

En ellas hay unas características comunes que marcan este cine británico sesentero, y son muy carismáticos y relevantes los actores/actrices que las protagonizan. 

Para el recordado escritor y amante del cine, Terenci Moix, destacarían por encima de otras estrellas cinematográficas inglesas, en primer lugar VANESSA REDGRAVE. Una actriz que llevaba en los genes el arte -su padre fue el reconocido actor teatral Sir Michael Redgrave (también hizo filmes con directores como Hitchcock) y su madre, Rachel Kempson, que actuó en numerosas ocasiones en los escenarios con su marido-.

Vanessa Redgrave no protagonizó ningún filme que estuviese entre los ránkings de mejores películas inglesas, pero todas sus actuaciones se recordarán, pues tenía un porte entre modelo Mary Quant y una actitud de mujer desenfadada hippie, que atraía sobremanera a la cámara. Además de actriz, Vanessa es activista política, feminista y pacifista comprometida, y lo compaginaba con su trabajo en el cine y el teatro. Una mujer típica del espíritu revolucionario de los años 60.  


De sus trabajos, destacaría Blow-up (Deseo de una mañana de verano) de 1966, dirigida por el director italiano Michelangelo Antonioni, que a su vez se basa en uno de los cuentos de Julio Cortázar. El papel de Redgrave era de reparto, pero su breve aparición hizo que recordemos más esa extraña mujer que aparentemente ha asesinado a un hombre en un parque, y seduce a un fotógrafo (papel de otro de los actores denominados ·"bellos y malditos", David Hemmings) para robarle el carrete donde aparecen fotografías de ella con su supuesta víctima abrazados. 

Es una película que mezcla el realismo mágico con el subconsciente. Un poco snob, con una perfecta puesta en escena de elementos pop, psicodelia del swinging London, todo un símbolo de la modernidad. Un thriller diferente, que nos hace pensar si todo era una invención mental del fotógrafo, o un asesinato verídico, captado por un objetivo fotográfico. Hay mucha más imagen que diálogo, y lo refleja el director con la aparición de un grupo de mimos que interactúan con el protagonista al final de la obra. 

En 1967, interpretó el papel de reina Ginebra en la adaptación musical de Camelot, que ya se había estrenado con título homónimo en Broadway en 1960. Es una versión sui generis dirigida por Joshua Logan, un director norteamericano y realizada en Estados Unidos. Hay disparidad de opiniones. Para algunos críticos era un hazmerreir, casi burlando la historia épica del rey Arturo, y para otra parte de cinéfilos se lo considera un musical lleno de magia y romanticismo, con bellas canciones. Cabe señalar que Vanessa Redgrave tenía como compañeros de rodaje nada menos que a Richard Harris (del grupo de los bellos y malditos; y a Franco Nero, su compañero sentimental después de su divorcio del director Tony Richardson). 

Por último, no quiero dejar de reseñar el papel que tuvo la actriz en la película Isadora. Un drama biográfico sobre la controvertida bailarina Isadora Duncan. Cuando vi este filme era muy joven, y solo recuerdo a Redgrave moviéndose por un escenario, como si tuviese un ataque de nervios, despeinada, con una especie de capa en forma de tul, y con movimientos espasmódicos. Nada que me hiciese vibrar con la historia de una bailarina que fue una transgresora en los años 20, aunque la actriz puso todo el empeño para emular a la verdadera Isadora. 


En segundo lugar del índice, tenemos al gran PETER O´TOOLE, que además de ser Sir Lawrence de Arabia en la película homónima de David Lean en 1962, y que todos recordaremos por ser una historia épica con un argumento fascinante, el actor supo ganarse al público con su expresividad y su amor por el teatro clásico. El poco dinero que tenía se lo gastó viendo a Michael Redgrave (papa de Vanessa) interpretar al Rey Lear. Su pasión por el drama shakespeariano le llevó a estudiar arte dramático, después de haber sido periodista y telegrafista en los años 50. 

De los escenarios, pasó a la gran pantalla con títulos menores, hasta que fue el elegido para representar al teniente T.E. Lawrence junto a dos renombrados actores, Omar Sharif y Anthony Quinn (con el que ya había trabajado en Los dientes del diablo). Con su talento, el actor supo darle al mítico personaje una aureola de hipersensibilidad, que pasaba de la  melancolía a la violencia, de la alegría a la desesperación como un camaleón. Un papel a la medida de un actor formado en la escuela interpretativa británica. La película ganó siete Oscars, incluido el de mejor filme del año, y Peter O'Toole recibió el BAFTA. 


Peter O'Toole en Lawrence de Arabia

O'Toole se convirtió en un actor muy codiciado, y pudo obtener otros importantes papeles, como es el caso del rey Enrique II en el drama histórico Becket (1964). Su co-protagonista, Richard Burton, realizó el papel del arzobispo de Canterbury, Thomas Becket. Mientras el personaje del rey era puro furor, irado e histriónico, el de Burton compensaba, al ser un clérigo comedido, muy inteligente y que supo enfrentarse al monarca preso de sus delirios desatados. 

En el filme también aparece la actriz Sian Philips, por entonces, esposa de Peter O'Toole (después fue famosa por su papel de la pérfida Livia en la serie Yo, Claudio). 


En 1968 recupera la gloria perdida tras algunas obras fallidas, con su papel de Enrique II Plantagenet junto a la gran Katherine Hepburn, que representaba a Leonor de Aquitania en El león en invierno, la esposa repudiada y encerrada por el mismo rey. La trama se va tensando cuando Enrique II tiene que nombrar su sucesor y elegir a uno de sus tres hijos: John, Richard (Corazón de León) o Geoffrey. El enfrentamiento con una maquiavélica Leonor le da el toque de realismo a la película. Se dice que entre los dos grandes actores hubo también cierta lucha de egos, pero que no llegaron a enemistarse.

Katherine obtuvo el Oscar ex-aequo a mejor actriz. Peter O'Toole ganó el Globo de Oro a mejor actor.


En tercer lugar, aparece en escena DIRK BOGARDE, que a diferencia de los anteriores, se forjó como actor en el mundo cinematográfico, sin pisar ningún escenario del West End, ni interpretar ningún clásico shakespeariano. 

El éxito y el reconocimiento internacional tardó en llegar, hasta que de la mano del director italiano Visconti  interpreta el papel de su vida en Muerte en Venecia (1971). Una obra maestra que merecía el Oscar y no obtuvo ni la nominación. Una interpretación que lo dejó marcado a nivel psicológico, hasta el punto que fue abandonando su carrera profesional, y se dedicó a escribir y pintar. Como dijo Terenci Moix, "el cine fue su gloria y su cruz" (Mis inmortales del cine Ed. Planeta).


Pero como esta entrada está dedicada a sus interpretaciones en los sixtees, cabe destacar dos películas que si que fueron exitosas para Bogarde y para el cine british: Víctima (1961) en la que se planteaba el tema de la homosexualidad en la sociedad británica -hoy nos parecería muy sutil-, pero hay que tener en cuenta que la homosexualidad estuvo penada en el Reino Unido hasta 1967. Su papel, el de un abogado que está feliz en su matrimonio aparentemente, pero en realidad lleva una doble vida con escarceos eróticos con chicos jóvenes. Su maestría radica en la angustia y el miedo que sufre al verse chantajeado, y no encontrar ninguna salida. 

Algunos directores norteamericanos se interesaron por hacer un nuevo cine independiente en Gran Bretaña. Entre estos, Joseph Losey que trabajó con Dirk Bogarde en varias ocasiones (la primera, en Victim). 

Le ofreció el papel de un enigmático criado -un personaje que cuando aparece en la primera escena, ya te da grima- en el filme El sirviente, y que ahora celebra su sesenta aniversario (1963-2023). Un papel hecho a medida, pues Bogarde quería dejar atrás sus interpretaciones ñoñas, de galán encasillado en el género de aventuras o comedias juveniles banales. 


Necesitaba actuaciones serias, personajes como el del mayordomo Hugo Barrett que esconde una personalidad oscura y ejerce un poder sobre su amo Tony (un jovencito James Fox) casi sadomasoquista, en la que el "amo" pasa a ser "el sirviente". Existe voyeurismo, por ejemplo, cuando se cierra un plano, y se ve un agujero en el techo del salón, y James Fox está con su novia haciendo el amor, o en una frase que Bogarde le dice a Mr Tony "les vigilo", refiriéndose a los operarios que están haciendo obras en la nueva casa. Detalles importantes, el espejo distorsionador, en la que los dos personajes se reflejan. El sirviente en primer plano, y Tony detrás, desfigurado, perdiendo el control sobre su vida personal y sentimental (su novia desconfía desde el inicio de Barrett, y el mayordomo la va apartando con sus artimañas). También hay un claro juego sexual de poder, con un cambio de parejas que instiga el mismo Barrett junto a su supuesta "hermana" (Sarah Miles). El final, con un Bogarde con sonrisa entre cínica y victoriosa, nos recuerda a Cary Grant subiendo las escaleras en Sospecha.

Es una crítica a la clase burguesa británica, tan snob, engreída y tan inculta e inepta a la vez. Estética de los sixtees, minifaldas, clubs, brandy, en una película transgresora que caracterizó el cine británico de la década de los 60.

Con Losey, Dirk Bogarde vuelve a trabajar en Rey y Patria (1964), película inscrita en la lista del cine pendiente de ver.  

En 1965 co-protagoniza Darling junto a Julie Christie, actriz del grupo de los sixtees, y de la cual hablo también en esta entrada. 


Su última colaboración con Losey fue otro acierto para el actor, y su papel estaba dentro de los que se le daban mejor a Bogarde. En Accidente (1965), un profesor de Oxford (Dirk) se ve envuelto en una imprevista vorágine de falsedades y violencia que conlleva la naturaleza de las relaciones sociales. El catalizador es el accidente mortal que sufre uno de los discípulos de los profesores de la Universidad de Oxford, prestigiosa por excelencia, y la relación que se establece entre la novia del fallecido (que se siente culpable) y el enseñante. Aspectos de la psicología femenina en un ambiente tan cerrado, y de la sexualidad reprimida en el seno de esa clase social "irreprochable".

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