Hace cuatro años que hice una entrada en el blog homenajeando las películas que se estrenaron el año que vine a este mundo: 1967. Hablé de aquellos filmes inolvidables que criticaban abiertamente el racismo en la sociedad norteamericana, y que he tenido ocasión de poder ver.
Aprovechando que hoy, 6 de agosto de 2019, es mi cumpleaños, que mejor forma que celebrarlo recordando aquellas películas que hoy en día son míticas, y que dieron un aire de modernidad al mundo del cine en general. También muchos directores provenían del medio televisivo, y eran guionistas que aportaron nuevos argumentos, dejando atrás la cursilería de los años 50.
De las doscientas películas estrenadas en el 67, años después he podido ver algunas de las joyas cinematográficas de ese año y estoy orgullosa de poder decir que las presentaron al público, a la par que a mi me presentaron a la vida.
No puedo dejar pasar el recuerdo de BONNIE AND CLYDE, como cantábamos cuando éramos pequeñas, "la linda parejita, tan linda y tan bonita, pero tan malvada". El filme, dirigido por Arthur Penn está basado en la historia de Bonnie Parker y Clyde Barrow, dos delincuentes, sin oficio ni beneficio, que se dedicaban a robar y si era preciso a matar sin escrúpulos a quien se pusiera por delante. Viviendo peligrosamente, constantemente perseguidos por la policía, pero también, les excitaba ese tipo de vida.
Los personajes de Bonnie y Clyde estuvieron muy bien interpretados por Faye Dunaway -era el principio de su carrera, debutaba y fue un papel lleno de sensualidad-; y Warren Beatty, que necesitaba volver a resurgir después de años de intentos fracasados. Y entre los dos hubo una química espléndida. Una historia enmarcada en los años de la Depresión económica en Estados Unidos, en la que dos jóvenes socialmente marginados encontraron una escapatoria a su vida de pobreza y tedio.
A este drama, de violencia, sexo, aventura y crítica social, se le unió uno de los grandes del cine, Gene Hackman,que por entonces aún era desconocido, pero que a partir de su personaje del hermano de Clyde, que le otorgó la nominación al Oscar a Mejor actor secundario, entró en el star system de Hollywood y allí sigue. El Oscar a mejor actriz de reparto sí que se lo llevo Estelle Parsons, en el papel de la histérica cuñada de Clyde.
Aprovechando que hoy, 6 de agosto de 2019, es mi cumpleaños, que mejor forma que celebrarlo recordando aquellas películas que hoy en día son míticas, y que dieron un aire de modernidad al mundo del cine en general. También muchos directores provenían del medio televisivo, y eran guionistas que aportaron nuevos argumentos, dejando atrás la cursilería de los años 50.
De las doscientas películas estrenadas en el 67, años después he podido ver algunas de las joyas cinematográficas de ese año y estoy orgullosa de poder decir que las presentaron al público, a la par que a mi me presentaron a la vida.
No puedo dejar pasar el recuerdo de BONNIE AND CLYDE, como cantábamos cuando éramos pequeñas, "la linda parejita, tan linda y tan bonita, pero tan malvada". El filme, dirigido por Arthur Penn está basado en la historia de Bonnie Parker y Clyde Barrow, dos delincuentes, sin oficio ni beneficio, que se dedicaban a robar y si era preciso a matar sin escrúpulos a quien se pusiera por delante. Viviendo peligrosamente, constantemente perseguidos por la policía, pero también, les excitaba ese tipo de vida.
Los personajes de Bonnie y Clyde estuvieron muy bien interpretados por Faye Dunaway -era el principio de su carrera, debutaba y fue un papel lleno de sensualidad-; y Warren Beatty, que necesitaba volver a resurgir después de años de intentos fracasados. Y entre los dos hubo una química espléndida. Una historia enmarcada en los años de la Depresión económica en Estados Unidos, en la que dos jóvenes socialmente marginados encontraron una escapatoria a su vida de pobreza y tedio.
A este drama, de violencia, sexo, aventura y crítica social, se le unió uno de los grandes del cine, Gene Hackman,que por entonces aún era desconocido, pero que a partir de su personaje del hermano de Clyde, que le otorgó la nominación al Oscar a Mejor actor secundario, entró en el star system de Hollywood y allí sigue. El Oscar a mejor actriz de reparto sí que se lo llevo Estelle Parsons, en el papel de la histérica cuñada de Clyde.
La película obtuvo el Oscar a mejor fotografía.
Cuando se estrenó no tuvo una buena acogida, pero el público joven del momento se concilió con el nuevo cine de los 60,y la taquilla llegó a recaudar solo en USA casi veinte veces más que lo que costó la realización del filme.
Otra historia de amor que dista de la que formaban los sociópatas Bonnie y Clyde, protagonizada por dos guapos del cine universal es la que podemos disfrutar en DESCALZOS EN EL PARQUE (1967). Es una obra escrita por el dramaturgo Neil Simon y adaptada al cine por Gene Saks, e interpretada por Robert Redford y Jane Fonda -que ya venían de protagonizar juntos La jauría humana en 1966-. Las visicitudes de una pareja de recién casados, ella una romántica y alocada impulsiva y él más pragmático, responsable y cuadriculado, que empiezan a tener problemas al instalarse en su nido de amor en donde no cabe ni la cama de matrimonio, y hay que subir más pisos que en el Empire State sin ascensor.
Se crean momentos cómicos, gracias al guión de Simon, y aparecen dos personajes que acabar por romper la intimidad y desestructuran la idea del matrimonio perfecto: la madre de la protagonista, o sea la suegra (Mildred Natwick), y el vecino que vive en la buhardilla (Charles Boyer); un tipo extravagante, con ínfulas de Don Juan, con el que la joven esposa (Fonda) hará buenas migas, y que pondrá de los nervios al marido que llega cansado del trabajo (Redford) y tiene la fiesta montada en casa.
Podría haber caído en una insufrible y almibarada comedia romántica, pero por suerte, los personajes de la suegra y del vecino le dan un giro al argumento, convirtiéndola en una crítica sarcástica sobre el matrimonio burgués y mostrándonos que el amor no tiene edad, y que los polos opuestos se atraen.
Mike Nichols nos dejó perplejos al mostrarnos sin ningún pudor la relación entre un joven universitario (papel que lanzó a la fama a Dustin Hoffman en 1967) y la seductora MILF (término usado hoy en día), una madura Anne Bancroft que resulta ser la madre de la novia del protagonista en la película EL GRADUADO. Cabe decir que ganó un merecido Oscar como mejor director.
La señora Robinson tiene un matrimonio aburrido y encuentra en el joven universitario Benjamin Bradock un entretenimiento sexual, que le hace rejuvenecer. En contrapartida, le chantajea y le prohíbe tener una relación con su hija Elaine (interpretada por Katherine Ross).
La banda sonora está compuesta por el dúo Simon-Garfunkel, y seguro que muchos hemos tarareado la canción principal:
And here's to you, Mrs. Robinson
Jesus loves you more than you will know
Whoa, whoa, whoa
El graduado fue una liberación de las mentes más cerradas, y a la vez, una filosofía de vida de escoger el camino que uno desea, no el que te marcan los convencionalismos, con trabajos, noviazgos y carreras programadas. Benjamin se escapa de la obsesiva Sra Robinson y de un puesto de trabajo fijo, a cambio de quedarse con su chica Elaine, con la que emprende un viaje hacia un futuro incierto pero deseable.
Otro título que se ha convertido en un clásico de los 60 y que en su momento causó una gran polémica es BELLE DE JOUR (1967). Dirigida por Luis Buñuel, tiene todos los ingredientes para clasificarla como drama erótico, ya que el tema central son los deseos sexuales que llegan a hacerse realidad a partir de la prostitución de la protagonista, una bella Catherine Deneuve que años atrás se había teñido de rubio por consejo de su amante y director, Roger Vadim. Pero además, hay otros subtemas en el filme, muy ligados al cine crítico y surrealista de Buñuel. Deneuve es una recién casada burguesa, que vive cómodamente, y eso se ve por su estilo de vida y gracias al vestuario de Yves Saint Laurent, del cual la actriz ha sido siempre fiel y musa.
El aburrimiento de la vida aburguesada traslada a Séverine (papel que interpreta Deneuve) a tener visiones, sueños que desvelan su necesidad subyacente de una vida sexual activa, con lo que da muestras de que su marido no la satisface, y por ello, ese deseo la lleva a ser una prostituta de día. Al igual que en Tristana, el fetichismo y el voyerismo están presentes en Belle de Jour. Escenas en que ella misma se ve maniatada a un árbol, mientras otros hombres se excitan contemplando el acto sadomasoquista de la mujer dominada y poseída sin que pueda ofrecer resistencia. Al final de la cinta, también aparecen otras imágenes oníricas irreales, propias del surrealismo buñuelista.
Cuando estaba estudiando BUP (la antigua ESO), vi una película en la clase de filosofía y mitología, una nueva forma de dar clases muy novedosa en aquella época. EDIPO RE (1967) es una tragedia, entre otras, de la Antigua Grecia y que muchos siglos después fue fuente de inspiración para Freud, para sacar a la luz uno de sus complejos psíquicos más renombrado; el de Edipo. Es la historia mítica sobre Edipo (interpretado por , el hijo del rey de Tebas, Layo y su esposa Yocasta (papel de Silvana Mangano). Una tragedia desde que nace hasta que es un hombre adulto.
Me gustó el film oscurantista, sobrio, pasional y cruel, erótico y a la vez onírico, y "difícil" de visualizar a Pier Paolo Pasolini. El director juega con la realidad de principios del S XX y la mitología, con juegos oníricos y escenarios realistas. Con Edipo rey, Pasolini nos abre su interior (él mismo reconoció que su contenido era autobiográfico), y realiza una crítica social contemporánea a través de la tragedia de Sófocles.
Dos películas en las que intervino Marlon Brando, y de diferente índole, se estrenaron en 1967. REFLEJOS EN UN OJO DORADO, bajo la batuta del maestro John Huston, quien se atrevió a adaptar la novela homónima de la escritora Carson McCullers (seudónimo de Lula Carson Smith), tratando temas que hasta el momento habían sido censurados en la gran pantalla: la homosexualidad, la impotencia masculina, y el sadismo en militares del Ejército de los Estados Unidos. Brando desempeña el rol de un militar sureño taciturno, Penderton, casado con una sádica y gritona esposa, que aunque es bella es como la "Martha" de Quién teme a Virginia Wolf? (por eso Huston pensó en que el papel debía recaer en Liz Taylor).
Penderton tiene un sufrimiento interno porque se siente atraído por sus compañeros del cuartel, especialmente por un soldado introvertido, Williams (el primer papel de un joven Robert Forster) que a su vez está obsesionado por Leonora. Penderton reprime su homosexualidad, con el culto a su cuerpo y con sus silencios, y además, es un fetichista: guarda objetos de cada hombre con el que ha mantenido una relación. Su esposa Leonora lo sospecha, y toma una actitud de burla hacia él. Y lo hace de forma sádica, perversa, acostándose con otros militares amigos de Penderton, entre ellos su vecino el oficial Langdon (Brian Keith), que a su vez engaña a su esposa que está trastornada psíquicamente. La tragedia está servida.
Recuerdo un primer plano de Brando, reflexionando sobre su dolor interno, y Taylor en segundo plano, guapa pero insufrible. Los personajes no son lo que aparentan, más bien son un reflejo de lo que ocultan. No tuvo el éxito esperado de taquilla en su estreno, y la verdad, es una película de culto para analizar el comportamiento humano y la represión de los instintos básicos. Todo lo que se quería decir y no se podía expresar, las imágenes, los juegos de colores, los espejos, los reflejos, las miradas, la fotografía, nos lo deja bien claro a los espectadores lúcidos.
Otro Marlon Brando protagoniza LA CONDESA DE HONG KONG (1967). Y me refiero a que es un papel de una simplicidad supina. Nada comparado con su papel de atormentado oficial Penderton de Reflejos en un ojo dorado. Es una comedia dirigida por Charles Chaplin, en la que abundan los tics propios de vis satírica de Chaplin. La maggiorata Sophia Loren hace el papel de una supuesta condesa -que en realidad es una cabaretera sin pasaporte- que tiene que esconderse en el camarote de un diplomático norteamericano, papel que interpreta Marlon Brando. Para no ser descubierta en las habitaciones del político, se crea un juego "charlotesco" de puertas que se abren solas, por el vaivén del barco, que se cierran, que estás a punto de ser descubierto, pero aquí no ha pasado nada. Y este montaje es lo que configura la comicidad de todo el metraje. Interesante cameo del mismo Chaplin, haciendo de camarero con resaca, y la aparición de uno de sus hijos mayores, Sidney Chaplin, ejerciendo el rol de secretario del diplomático (Brando). Como en todas las películas del gran genio, el amor triunfa por encima de la política, los convencionalismos y el egoísmo.
Cuando se estrenó no tuvo una buena acogida, pero el público joven del momento se concilió con el nuevo cine de los 60,y la taquilla llegó a recaudar solo en USA casi veinte veces más que lo que costó la realización del filme.
Otra historia de amor que dista de la que formaban los sociópatas Bonnie y Clyde, protagonizada por dos guapos del cine universal es la que podemos disfrutar en DESCALZOS EN EL PARQUE (1967). Es una obra escrita por el dramaturgo Neil Simon y adaptada al cine por Gene Saks, e interpretada por Robert Redford y Jane Fonda -que ya venían de protagonizar juntos La jauría humana en 1966-. Las visicitudes de una pareja de recién casados, ella una romántica y alocada impulsiva y él más pragmático, responsable y cuadriculado, que empiezan a tener problemas al instalarse en su nido de amor en donde no cabe ni la cama de matrimonio, y hay que subir más pisos que en el Empire State sin ascensor.
Se crean momentos cómicos, gracias al guión de Simon, y aparecen dos personajes que acabar por romper la intimidad y desestructuran la idea del matrimonio perfecto: la madre de la protagonista, o sea la suegra (Mildred Natwick), y el vecino que vive en la buhardilla (Charles Boyer); un tipo extravagante, con ínfulas de Don Juan, con el que la joven esposa (Fonda) hará buenas migas, y que pondrá de los nervios al marido que llega cansado del trabajo (Redford) y tiene la fiesta montada en casa.
Podría haber caído en una insufrible y almibarada comedia romántica, pero por suerte, los personajes de la suegra y del vecino le dan un giro al argumento, convirtiéndola en una crítica sarcástica sobre el matrimonio burgués y mostrándonos que el amor no tiene edad, y que los polos opuestos se atraen.
Mike Nichols nos dejó perplejos al mostrarnos sin ningún pudor la relación entre un joven universitario (papel que lanzó a la fama a Dustin Hoffman en 1967) y la seductora MILF (término usado hoy en día), una madura Anne Bancroft que resulta ser la madre de la novia del protagonista en la película EL GRADUADO. Cabe decir que ganó un merecido Oscar como mejor director.
La señora Robinson tiene un matrimonio aburrido y encuentra en el joven universitario Benjamin Bradock un entretenimiento sexual, que le hace rejuvenecer. En contrapartida, le chantajea y le prohíbe tener una relación con su hija Elaine (interpretada por Katherine Ross).
La banda sonora está compuesta por el dúo Simon-Garfunkel, y seguro que muchos hemos tarareado la canción principal:
And here's to you, Mrs. Robinson
Jesus loves you more than you will know
Whoa, whoa, whoa
El graduado fue una liberación de las mentes más cerradas, y a la vez, una filosofía de vida de escoger el camino que uno desea, no el que te marcan los convencionalismos, con trabajos, noviazgos y carreras programadas. Benjamin se escapa de la obsesiva Sra Robinson y de un puesto de trabajo fijo, a cambio de quedarse con su chica Elaine, con la que emprende un viaje hacia un futuro incierto pero deseable.
Otro título que se ha convertido en un clásico de los 60 y que en su momento causó una gran polémica es BELLE DE JOUR (1967). Dirigida por Luis Buñuel, tiene todos los ingredientes para clasificarla como drama erótico, ya que el tema central son los deseos sexuales que llegan a hacerse realidad a partir de la prostitución de la protagonista, una bella Catherine Deneuve que años atrás se había teñido de rubio por consejo de su amante y director, Roger Vadim. Pero además, hay otros subtemas en el filme, muy ligados al cine crítico y surrealista de Buñuel. Deneuve es una recién casada burguesa, que vive cómodamente, y eso se ve por su estilo de vida y gracias al vestuario de Yves Saint Laurent, del cual la actriz ha sido siempre fiel y musa.
El aburrimiento de la vida aburguesada traslada a Séverine (papel que interpreta Deneuve) a tener visiones, sueños que desvelan su necesidad subyacente de una vida sexual activa, con lo que da muestras de que su marido no la satisface, y por ello, ese deseo la lleva a ser una prostituta de día. Al igual que en Tristana, el fetichismo y el voyerismo están presentes en Belle de Jour. Escenas en que ella misma se ve maniatada a un árbol, mientras otros hombres se excitan contemplando el acto sadomasoquista de la mujer dominada y poseída sin que pueda ofrecer resistencia. Al final de la cinta, también aparecen otras imágenes oníricas irreales, propias del surrealismo buñuelista.
Cuando estaba estudiando BUP (la antigua ESO), vi una película en la clase de filosofía y mitología, una nueva forma de dar clases muy novedosa en aquella época. EDIPO RE (1967) es una tragedia, entre otras, de la Antigua Grecia y que muchos siglos después fue fuente de inspiración para Freud, para sacar a la luz uno de sus complejos psíquicos más renombrado; el de Edipo. Es la historia mítica sobre Edipo (interpretado por , el hijo del rey de Tebas, Layo y su esposa Yocasta (papel de Silvana Mangano). Una tragedia desde que nace hasta que es un hombre adulto.
Me gustó el film oscurantista, sobrio, pasional y cruel, erótico y a la vez onírico, y "difícil" de visualizar a Pier Paolo Pasolini. El director juega con la realidad de principios del S XX y la mitología, con juegos oníricos y escenarios realistas. Con Edipo rey, Pasolini nos abre su interior (él mismo reconoció que su contenido era autobiográfico), y realiza una crítica social contemporánea a través de la tragedia de Sófocles.
Dos películas en las que intervino Marlon Brando, y de diferente índole, se estrenaron en 1967. REFLEJOS EN UN OJO DORADO, bajo la batuta del maestro John Huston, quien se atrevió a adaptar la novela homónima de la escritora Carson McCullers (seudónimo de Lula Carson Smith), tratando temas que hasta el momento habían sido censurados en la gran pantalla: la homosexualidad, la impotencia masculina, y el sadismo en militares del Ejército de los Estados Unidos. Brando desempeña el rol de un militar sureño taciturno, Penderton, casado con una sádica y gritona esposa, que aunque es bella es como la "Martha" de Quién teme a Virginia Wolf? (por eso Huston pensó en que el papel debía recaer en Liz Taylor).
Penderton tiene un sufrimiento interno porque se siente atraído por sus compañeros del cuartel, especialmente por un soldado introvertido, Williams (el primer papel de un joven Robert Forster) que a su vez está obsesionado por Leonora. Penderton reprime su homosexualidad, con el culto a su cuerpo y con sus silencios, y además, es un fetichista: guarda objetos de cada hombre con el que ha mantenido una relación. Su esposa Leonora lo sospecha, y toma una actitud de burla hacia él. Y lo hace de forma sádica, perversa, acostándose con otros militares amigos de Penderton, entre ellos su vecino el oficial Langdon (Brian Keith), que a su vez engaña a su esposa que está trastornada psíquicamente. La tragedia está servida.
Recuerdo un primer plano de Brando, reflexionando sobre su dolor interno, y Taylor en segundo plano, guapa pero insufrible. Los personajes no son lo que aparentan, más bien son un reflejo de lo que ocultan. No tuvo el éxito esperado de taquilla en su estreno, y la verdad, es una película de culto para analizar el comportamiento humano y la represión de los instintos básicos. Todo lo que se quería decir y no se podía expresar, las imágenes, los juegos de colores, los espejos, los reflejos, las miradas, la fotografía, nos lo deja bien claro a los espectadores lúcidos.
Otro Marlon Brando protagoniza LA CONDESA DE HONG KONG (1967). Y me refiero a que es un papel de una simplicidad supina. Nada comparado con su papel de atormentado oficial Penderton de Reflejos en un ojo dorado. Es una comedia dirigida por Charles Chaplin, en la que abundan los tics propios de vis satírica de Chaplin. La maggiorata Sophia Loren hace el papel de una supuesta condesa -que en realidad es una cabaretera sin pasaporte- que tiene que esconderse en el camarote de un diplomático norteamericano, papel que interpreta Marlon Brando. Para no ser descubierta en las habitaciones del político, se crea un juego "charlotesco" de puertas que se abren solas, por el vaivén del barco, que se cierran, que estás a punto de ser descubierto, pero aquí no ha pasado nada. Y este montaje es lo que configura la comicidad de todo el metraje. Interesante cameo del mismo Chaplin, haciendo de camarero con resaca, y la aparición de uno de sus hijos mayores, Sidney Chaplin, ejerciendo el rol de secretario del diplomático (Brando). Como en todas las películas del gran genio, el amor triunfa por encima de la política, los convencionalismos y el egoísmo.
En mis recuerdos, no podía faltar una película protagonizada por Paul Newman y que se estrenó el mismo año que yo saqué la cabecita del útero materno y allí me encontré con todo un mundo por descubrir. Se trata de LA LEYENDA DEL INDOMABLE -un poco como es mi personalidad, rebelde, tozuda y luchadora-.
Paul Newman interpreta a un recluso que ha cometido unas faltas leves, por destrozos en la vía pública y desacato a la polícia, y en la cárcel tiene que demostrar que nadie está por encima de él en ese ambiente testosterónico y corrupto. El tiene la razón y es un ganador -hilarante escena cuando apuesta su capacidad de comerse 50 huevos duros sin parar, como desafío a otro recluso (el actor George Kennedy, que es su alter ego, y que se llevó la estatuílla como actor de reparto)-
Su director, Stuart Rosenberg venía del mundo de la televisión, al igual que Arthur Penn, y supo darle fuerza a las imágenes de este drama carcelario.
El personaje de Newman tiene un objetivo que es escaparse, y hará los máximos intentos para llegar a conseguir su fin. Son filmes que sin ser grandes maestrías, quedan para siempre en los anales de la historia del cine.
Feliz cumpleaños y por mucho cine más!
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