Los ojos violetas más famosos del cine de Hollywood, su carismática personalidad, tan vulnerable y complicada a la misma vez, la convirtieron en una leyenda femenina del cine de los años 50.
Liz Taylor, una "mujercita" prodigiosa que con los años logró ser una de las actrices más bellas del S. XX, y un icono del star-system del Hollywood clásico.
Hija de Francis y Sara Taylor, americanos ambos, pero residentes en Inglaterra debido al trabajo de Francis Taylor como pasante de arte en Europa, Elizabeth (1932-2011) vivió sus primeros años en Hampstead (Londres), adquiriendo unos modales y un acento marcadamente británicos, y gozando de ciertos privilegios por la doble nacionalidad.
En 1939 toda la familia se trasladó a Estados Unidos, en previsión de la inminente guerra que se extendería por toda Europa, y desgraciadamente también en Inglaterra de forma devastadora.
En América, la belleza de la joven Elizabeth acaparó la atención de personajes con gran influencia en Hollywood, entre ellos la columnista de "cotilleos", Hedda Hopper y de algunos productores de los grandes estudios como la Metro-Goldwyn-Mayer y la Universal. Este último, le ofreció un contrato en 1941, pero lo anuló meses más tarde porque según opinó el jefe de producción, Edward Muhl,
"la chica no sabe cantar, ni sabe bailar, ni actuar ante las cámaras"
Pasado el disgusto, la preciosa Elizabeth tuvo la gran oportunidad de formar parte del elenco de La cadena invisible (1943), gracias a su acento inglés, su baja estatura (era uno de los requisitos) y por supuesto, a su exquisita belleza.
La película estaba protagonizada por un actor infantil inglés Roddy McDowall (uno de los amigos de por vida de la actriz) y por Lassie, el collie más famoso de la historia del cine hollywoodiense (bueno, y Rintintín).
Fue un enorme éxito de taquilla, pero durante el rodaje Liz se rompió un dedo, y ese fue el primer accidente de los muchos que sufrió a lo largo de su carrera profesional, y que le harían adicta a los barbitúricos y todo tipo de fármacos contra el dolor.
Gracias a su perseverancia (y a la obstinación de Sara, su madre), Elizabeth Taylor consiguió el papel que la encumbraría al estrellato, con tan solo 12 años de edad.
Fue Velvet Brown en Fuego de juventud (1944), dirigida por Clarence Brown, y co-protagonizada por otro niño prodigio de la farándula, Mickey Rooney (en Fuego de juventud ya tenía 23 años).
Fue Velvet Brown en Fuego de juventud (1944), dirigida por Clarence Brown, y co-protagonizada por otro niño prodigio de la farándula, Mickey Rooney (en Fuego de juventud ya tenía 23 años).
El guión, basado en una novela de Enid Bagnold, trata sobre Velvet Brown (Taylor), la hija de un carnicero inglés (interpretado por Donald Crisp), que salva a un caballo de ser sacrificado. El caballo Pie es adiestrado por un jockey fracasado (Rooney) para participar en el Grand National.
Velvet Brown cree en la victoria de Pie, se corta el pelo, y vestida de jinete consigue ganar la carrera, pero queda descalificada cuando se descubre que es una chica. La victoria es lo único que cuenta para Velvet Brown y para su caballo campeón, Pie.
Velvet Brown cree en la victoria de Pie, se corta el pelo, y vestida de jinete consigue ganar la carrera, pero queda descalificada cuando se descubre que es una chica. La victoria es lo único que cuenta para Velvet Brown y para su caballo campeón, Pie.
La crítica alabó el trabajo de la actriz, considerando que era una joven entusiasta, con una voz dulce y tierna. La anécdota curiosa la marca el hecho de que Elizabeth fue escogida por tener más pecho que las otras candidatas (entre las cuales estaba Katherine Hepburn), ya que era requisito fundamental para hacer el papel de la protagonista.
A partir de ese momento, la estrella de ojos violeta empezó a obsesionarse por encontrar un hombre que la quisiera, y casarse, pues confundía el interés que despertaba por su belleza con el amor romántico. Era sensible y fácilmente enamoradiza, hecho que se constató por sus ocho matrimonios, algunos de ellos muy sonados. En realidad, Elizabeth Taylor reclamaba constante atención y cariño, haciéndose la víctima y sintiendo dolores diversos que durarían toda su vida (vamos, que era hipocondríaca).
Es fácil comprender su ansia de verdadero amor teniendo una madre sobreprotectora y recelosa, y un padre alcohólico y homosexual.
Es fácil comprender su ansia de verdadero amor teniendo una madre sobreprotectora y recelosa, y un padre alcohólico y homosexual.
Otra de sus actuaciones que recuerdo con nostalgia, y que dedico a mi madre
En esta cinta -tantas veces repuesta en la televisión pública en los años 70, sobretodo en las fechas navideñas-, Elizabeth Taylor era Amy March, que con una peluca de tirabuzones rubia interpretaba a la hermana más hermosa, pizpireta y egoísta de las cuatro hijas del Dr. March y su esposa Marmee (Mary Astor).
El guión está basado en una obra autobiográfica de Louise May Alcott, "Little Women" que transcurre durante los años de la Guerra civil en Estados Unidos.
Los otros papeles restantes fueron protagonizados por June Allyson -en esos momentos estaba embarazada del actor, Dick Powell-, en el rol de la irritable Jo March; Janet Leigh, como la hermana mayor vanidosa Meg; y Margaret O´Brian, la pequeña y frágil Beth.
No podían faltar los protagonistas masculinos y los amores de juventud. Uno de ellos era el atractivo vecino de las hermanas March, Laurie (interpretado por Peter Lawford), sin olvidar al profesor alemán que se enamora de Jo, papel que realizó Rossano Brazzi (que se le atribuyó sin acierto, ya que el personaje se mostraba viejo y afeado, en cambio Brazzi estaba considerado un "Apollo" de la época).
Como dato anecdótico, Elizabeth Taylor estaba completamente enamorada de Peter Lawford en esa época, y no cejaba en su empeño de conquistarlo (hasta su madre intentó convencer al actor para que fuese el novio formal de su pequeña Elizabeth).
Pero Lawford la consideraba únicamente una buena amiga, y lo fue durante el resto de su vida, e incluso compartieron en 1983 su reclusión en el mismo centro de desintoxicación.
Como hemos visto, a partir de 1949 la mítica actriz había dejado atrás los papeles de jovencita en plena efervescencia hormonal, y se embarcó en papeles más arriesgados, donde representaba a mujeres casaderas, e incluso "lolitas" enamoradas de hombres que le doblaban la edad.
Es el caso de la película Conspirator, rodada en Reino Unido en 1948, y en la que hacía de una muchacha americana de 18 años que se enamora de un oficial de la Guardia británica de 38 (Robert Taylor).
Esta incursión en papeles de mujer adulta fue bien acogida por la crítica, valorando su empeño al ser el primer papel que Elizabeth hacía de estas características.
En esta línea de transición, el primer éxito lo consiguió en 1950, con su papel de Kay Banks en El padre de la novia, dirigida por Vincente Minelli.
La actriz es una joven novia próxima a casarse, y que tiene serios problemas para que su padre, magistralmente interpretado por uno de los grandes actores de todos los tiempos, Spencer Tracy, acepte que su hija de el paso, pues aún la ve como la niña de sus ojos y se resiste a desprenderse de ella.
Es una película divertida, con escenas hilarantes por parte de un Tracy nervioso y fuera de sus casillas, y a la vez, un melodrama melancólico sobre el difícil salto de la adolescencia a la vida adulta. La taquilla dio excelentes resultados, y la imagen de Elizabeth Taylor se consolidaría como actriz dramática dentro de su carrera profesional.
En el anecdotario de esta películas, cabe resaltar que el estreno de El padre de la novia coincidió con la boda entre Elizabeth Taylor y el herederó del gran imperio hotelero, Nicky Hilton, un matrimonio que no debía haberse llevado a cabo, pues ella se casó para desprenderse de la relación obsesiva con su madre, y él por la fama de la actriz, sin estar enamorados.
Además, Nicky Hilton tenía un carácter violento, maníaco depresivo, era un maltratador, y tenía adicción a la cocaína, al alchohol y a las relaciones extramaritales, hecho que propició el divorcio en 1951.
Filmografía años 50:
Pero Lawford la consideraba únicamente una buena amiga, y lo fue durante el resto de su vida, e incluso compartieron en 1983 su reclusión en el mismo centro de desintoxicación.
Como hemos visto, a partir de 1949 la mítica actriz había dejado atrás los papeles de jovencita en plena efervescencia hormonal, y se embarcó en papeles más arriesgados, donde representaba a mujeres casaderas, e incluso "lolitas" enamoradas de hombres que le doblaban la edad.
Es el caso de la película Conspirator, rodada en Reino Unido en 1948, y en la que hacía de una muchacha americana de 18 años que se enamora de un oficial de la Guardia británica de 38 (Robert Taylor).
Esta incursión en papeles de mujer adulta fue bien acogida por la crítica, valorando su empeño al ser el primer papel que Elizabeth hacía de estas características.
En esta línea de transición, el primer éxito lo consiguió en 1950, con su papel de Kay Banks en El padre de la novia, dirigida por Vincente Minelli.
La actriz es una joven novia próxima a casarse, y que tiene serios problemas para que su padre, magistralmente interpretado por uno de los grandes actores de todos los tiempos, Spencer Tracy, acepte que su hija de el paso, pues aún la ve como la niña de sus ojos y se resiste a desprenderse de ella.
Es una película divertida, con escenas hilarantes por parte de un Tracy nervioso y fuera de sus casillas, y a la vez, un melodrama melancólico sobre el difícil salto de la adolescencia a la vida adulta. La taquilla dio excelentes resultados, y la imagen de Elizabeth Taylor se consolidaría como actriz dramática dentro de su carrera profesional.
En el anecdotario de esta películas, cabe resaltar que el estreno de El padre de la novia coincidió con la boda entre Elizabeth Taylor y el herederó del gran imperio hotelero, Nicky Hilton, un matrimonio que no debía haberse llevado a cabo, pues ella se casó para desprenderse de la relación obsesiva con su madre, y él por la fama de la actriz, sin estar enamorados.
Además, Nicky Hilton tenía un carácter violento, maníaco depresivo, era un maltratador, y tenía adicción a la cocaína, al alchohol y a las relaciones extramaritales, hecho que propició el divorcio en 1951.
Filmografía años 50:
1. The Big Hangover, dir. Norman Krasna. Actores/Actrices: Van Johnson, Elizabeth Taylor, Percy Waram, Leon Ames, Edgar Buchanan. Comedia. 1950
2. El padre de la novia, dir. Vincente Minelli. Actores/Actrices: Spencer Tracy, Joan Bennett, Elizabeth Taylor, Don Taylor. Comedia.1950
3. El padre es abuelo, dir. Vincente Minelli. Actores/Actrices: Spencer Tracy, Joan Bennett, Elizabeth Taylor, Don Taylor, Billie Burke. Comedia. 1951
4. Un lugar en el sol, dir. George Stevens. Actores/Actrices: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor, Shelley Winters, Anne Revere. Drama. 1951
5. Love is Better Than Ever, dir. Stanley Donen. Actores/Actrices: Larry Parks, Elizabeth Taylor, Josephine Hutchinson, Tom Tully. Comedia romántica. 1952
6. Ivanhoe, dir. Richard Thorpe. Actores/Actrices: Robert Taylor, Elizabeth Taylor, Joan Fontaine, George Sanders. Histórica. 1952.
7. The Girl Who Had Everything, dir. Richard Thorpe. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Fernando Lamas, William Powell, Gig Young. Drama. 1953
8. Rhapsody, dir. Charles Vidor. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Vittorio Gassman, John Ericson, Louis Calhern. Drama. 1954.
9. La senda de los elefantes, dir. William Dieterle. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Dana Andrews, Peter Finch, James Donald. Drama. 1954
10. Beau Brummel, dir. Curtis Bernhardt. Actores/Actrices: Stewart Granger, Elizabeth Taylor, Peter Ustinov. Histórica. 1954.
11. La última vez que vi París, dir. Richard Brooks. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Van Johnson, Walter Pidgeon, Donna Read, Eva Gabor. Drama romántico. 1954
12. El árbol de la vida, dir. Edward Dmytryk. Actores/Actrices: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor, Eva Marie Saint, Lee Marvin. Drama romántico. 1956
Y 13º: Gigante (1956), una obra que como reza su título fue una superproducción que se recordará por varios aspectos, el más relevante de ellos sus intérpretes: Rock Hudson, Elizabeth Taylor, y James Dean, tres mitos en la historia del cine de Hollywood, que se unían para protagonizar esta gran película que dirigió Georges Stevens para la Warner.
Otro aspecto por el que se recordará esta "masterpiece" es por su duración: 200 minutos de metraje, que en aquella época era algo insólito (a excepción de Lo que el viento se llevó y Lawrence de Arabia).
Y por último, el tercer y triste aspecto fue la trágica muerte de James Dean en un accidente de carretera, conduciendo a gran velocidad su flamante Porsche 550, pocos días después de haber finalizado el rodaje en Gigante. Acababa de cumplir veinticuatro años.
Gigante abarca tres décadas en la vida de Leslie, el personaje magníficamente interpretado por Liz Taylor, una joven de Kentucky que se va a vivir a Texas y se casa con Bick Benedict (Rock Hudson), fundando una gran dinastía. La historia -basada en la novela homónima de Edna Ferber- cuenta la rivalidad a través de dos generaciones con otro ranchero, Jett Rink (el último papel de James Dean), que se hace rico con una excavación petrolífera, pero es infeliz porque no puede poseer lo que más ama: Leslie Benedict. También trata sobre el racismo y la discriminación con los asalariados méxicanos en las tierras de sur de Norteamerica.
Además del argumento de la película, corrieron ríos de tinta sobre lo que aconteció fuera de plató, que ya os podéis imaginar que se trataba de los tejemanejes amorosos entre los tres actores, una melé sexual que hoy en día ya no nos sorprende, y que conocemos sobradamente.
En los años 50 era imposible aceptar cualquier atisbo de homosexualidad en un actor como Rock Hudson, o la aparente bisexualidad y la adicción al hachís de James Dean, o la hipocondría y las infidelidades de Elizabeth Taylor con todos los actores con los que compartía reparto.
De hecho, estuvo a punto de cargarse su segundo matrimonio con el actor británico Michael Wilding (se había casado en 1952 y se divorció en 1957), cuando éste se enteró que se estaba acostado con Rock Hudson (y que "amaba" a James Dean).
El director George Stevens ganó el Oscar como mejor dirección por Gigante, y en 2005 la película fue incluida en el National Film Registry, un Registro de la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos por su calidad histórico-cultural.
Fue otra superproducción de cuatro horas de duración, la más cara de la historia del cine, que casi le cuesta la bancarrota a la Fox, con cambios en la dirección, una neumonía que padeció Elizabeth Taylor, dos años de rodaje, y un sinfín de obstáculos más.
Esta película con los años se ha convertido en una obra maestra, pero en su momento fue desdeñada por los críticos. Al verla treinta años después de su estreno, te das cuenta de la gran magnitud del filme en si: los escenarios, los desfiles reales, la cantidad de extras que aparecen con total armonía, el color, el vestuario. Y los planos de la reina de Egipto, la Cleopatra Taylor, una maravilla de mujer, y una apasionada reina de la escena.
Unos personajes dramáticos, con sus sueños y sus anhelos. Y entre medio, el tórrido romance que acabaría en boda entre la actriz y Richard Burton, su verdadero amor, con el que se casó dos veces. Taylor-Burton, un tándem para la eternidad.
Y por último, el tercer y triste aspecto fue la trágica muerte de James Dean en un accidente de carretera, conduciendo a gran velocidad su flamante Porsche 550, pocos días después de haber finalizado el rodaje en Gigante. Acababa de cumplir veinticuatro años.
Gigante abarca tres décadas en la vida de Leslie, el personaje magníficamente interpretado por Liz Taylor, una joven de Kentucky que se va a vivir a Texas y se casa con Bick Benedict (Rock Hudson), fundando una gran dinastía. La historia -basada en la novela homónima de Edna Ferber- cuenta la rivalidad a través de dos generaciones con otro ranchero, Jett Rink (el último papel de James Dean), que se hace rico con una excavación petrolífera, pero es infeliz porque no puede poseer lo que más ama: Leslie Benedict. También trata sobre el racismo y la discriminación con los asalariados méxicanos en las tierras de sur de Norteamerica.
Además del argumento de la película, corrieron ríos de tinta sobre lo que aconteció fuera de plató, que ya os podéis imaginar que se trataba de los tejemanejes amorosos entre los tres actores, una melé sexual que hoy en día ya no nos sorprende, y que conocemos sobradamente.
En los años 50 era imposible aceptar cualquier atisbo de homosexualidad en un actor como Rock Hudson, o la aparente bisexualidad y la adicción al hachís de James Dean, o la hipocondría y las infidelidades de Elizabeth Taylor con todos los actores con los que compartía reparto.
De hecho, estuvo a punto de cargarse su segundo matrimonio con el actor británico Michael Wilding (se había casado en 1952 y se divorció en 1957), cuando éste se enteró que se estaba acostado con Rock Hudson (y que "amaba" a James Dean).
El director George Stevens ganó el Oscar como mejor dirección por Gigante, y en 2005 la película fue incluida en el National Film Registry, un Registro de la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos por su calidad histórico-cultural.
Elizabeth Taylor consiguió el guión de La gata sobre el tejado de zinc, versión cinematográfica basada en una obra teatral del gran dramaturgo Tennessee Williams, que iba a ser dirigida por Richard Brooks y protagonizada por otro de los grandes del Actor´s Studio, Paul Newman.
Como lo que quería lo conseguía, la actriz se puso en contacto con Richard Brooks de la MGM, convencida de que el papel de Maggie la "gata caliente" (la esposa del Paul Newman en el filme) estaba hecho a su medida.
La gata sobre el tejado de zinc caliente (la censura española omitió el adjetivo final en la versión castellana por la moral del nacional-catolicismo imperante) es un psicodrama, que en su adaptación a la gran pantalla Richard Brooks omitió gran parte de su contenido más controvertido.
Por eso, cuando la vi, no entendía nada.
Siguiendo el hilo argumental, partimos de la base de que se trata de una familia desestructurada, como acostumbran a serlo todas las familias en las obras de Tennessee Williams.
Tenemos al matrimonio formado por Brick y Margaret -Maggie la gata- (interpretados por Newman y Taylor, respectivamente) viviendo una grave crisis de pareja, ya que Brick , deprimido, repudia a su sensual esposa Maggie, y no quiere acostarse con ella.
Pero en la película no se hace referencia a la posible relación homoerótica de Brick con un amigo deportista que acaba de suicidarse (Skipper), sino que Brooks elimina este tema, y tampoco da importancia al alcoholismo del personaje, provocado por la frustración profesional y por el suicidio de Skipper (se siente culpable de haberlo rechazado).
Por eso yo no captaba el mensaje intrínseco de la película cuando la vi hace muchos años, y me parecía todo lo contrario: que Margaret se había acostado con el amigo de su marido por despecho, y ese era el motivo de la desavenencia matrimonial. Y lo de las copas, me parecía que era el vermouth previo a la cena, muy típico en los americanos de clase media.
Tanto Paul Newman como Elizabeth Taylor son dos actores guapos, esplendorosos, pero les falta la emoción desgarradora en sus rostros; los estragos del alcohol y la pena en Newman son invisibles, y su aspecto es más fresco que una lechuga. Puede que Elizabeth fuera la que resaltase más el aspecto emocional de su personaje, debido al dolor ocasionado por la muerte en accidente aéreo del que era por entonces su actual marido, el excéntrico productor Mike Todd (se casó con él después de divorciarse de Wilding, en 1957, y estando embarazada). La actriz consiguió su segunda nominación al Oscar y el aplauso de la crítica.
Los otros personajes que conforman el elenco de esta gran obra son Big Daddy, papel protagonizado por Burl Ives, el padre de Brick Pollitt, un hombre rudo del sur, huraño, basto, bebedor, mujeriego, que invita a sus dos hijos y a sus nueras por su 65 cumpleaños a su plantación, como pretexto para comunicarles que el médico le ha notificado que tiene un cáncer terminal. La noticia crea una polémica por la herencia, ya que el hermano de Brick, Gooper (interpretado por Jack Carson) y su esposa, Mae (Madeline Sherwood), la cuñada egoista embarazada y con una caterva de hijos chillones, tienen mayores necesidades económicas, mientras que Maggie y Brick no han concebido hijos y están en otra posición.
Burl Ives está magistral en su papel de patriarca dominante, despreciable con su abnegada esposa, Big Mamma (interpretada por Judith Anderson), pero también con un punto de ternura delante de la desesperación de su hijo Brick.
Una gran película para volver a verla, y hacer un análisis diferente.
Con De repente, el último verano (1959) ponemos fin a la filmografía de Elizabeth Taylor estrenada en la década de los años 50. Acostumbrada a los papeles dramáticos y atormentados (tanto en la ficción como en la vida real), Elizabeth Taylor fue escogida por el director Joseph L. Mankiewicz para interpretar el papel de Catherine Holly en esta extravagante película, con un argumento que está entre el psico-thriller y el terror freaky.
Es una gran película, con un guión de Gore Vidal, basado en un drama de Tennessee Williams y que no ha sido valorada como tal. Posiblemente, el motivo de esta incomprensión sea el tratamiento de temas tan escabrosos como el turismo sexual, la prostitución masculina de menores, la locura tratada ineficazmente por la psiquiatría de la época, y hasta el canibalismo. La censura norteamericana no pudo aceptar tantos temas tabús, y la obra fue tachada de provocadora. Una cinta que se engloba entre las más escandalosas de la historia del cine.
La verdad es que hay escenas escabrosas, y el argumento te deja sobrecogido. Pero es una de las películas de Elizabeth Taylor que no hay que dejar de ver, pues te da morbo la imposibilidad de entender las reacciones más extremas de los personajes de la historia.
El trio de actores es inmejorable: Montgomery Clift, como Sebastian Venables, un hombre homosexual que busca el placer en muchachos jóvenes, realizando turismo sexual en unas playas salvajes de la costa mediterránea, junto a su bella prima Catherine (Taylor), una chica sensible que durante esas vacaciones presencia la muerte de su primo en extrañas circunstancias y queda traumatizada; y la madre de Sebastian, la fría y maquiavélica viuda Violet Venables, que interpreta la diva eterna Katherine Hepburn, con un pasado sórdido relacionado con su hijo y una necesidad de tapar la verdad, haciendo que Catherine sea lobotomizada en un "prestigioso" psiquiátrico, para quedar idiotizada, y que no pueda recordar lo que le pasó realmente a Sebastian.
Y no os explico más, vedlo con vuestros propios ojos.
El máximo triunfo llegó en 1960 con la película Una mujer marcada, ofreciéndole a Elizabeth Taylor su primer Oscar como Mejor actriz por su interpretación de un prostituta de lujo.
Filmografía años 60:
1. Una mujer marcada, dir. Daniel Mann. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Laurence Harvey, Eddie Fisher, Dina Merrill. Drama. 1960.
Oscar Mejor actriz.
2. Hotel Internacional, dir. Anthony Asquith. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Louis Jourdan. Elsa Martinelli. Drama. 1963
3. Cleopatra, dir. Joseph L. Mankiewicz. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Rex Harrison, Hume Cronyn. Histórica. 1963
Mención especial a la reina más famosa, bella y sabia de Egipto, Cleopatra, hija de Ptolomeo, interpretada por otra reina de la belleza del cine hollywoodiense, Elizabeth Taylor.
El victorioso general Julio César se ve obligado a visitar Egipto para evitar la guerra civil provocada por la falta de entendimiento entre Cleopatra y su hermano, que comparten el poder en Egipto. César, cautivado por la inteligencia y belleza de la joven, la proclama reina indiscutible de Egipto y, tras el nacimiento de su hijo Cesarión, la convierte en su esposa.Fue otra superproducción de cuatro horas de duración, la más cara de la historia del cine, que casi le cuesta la bancarrota a la Fox, con cambios en la dirección, una neumonía que padeció Elizabeth Taylor, dos años de rodaje, y un sinfín de obstáculos más.
Esta película con los años se ha convertido en una obra maestra, pero en su momento fue desdeñada por los críticos. Al verla treinta años después de su estreno, te das cuenta de la gran magnitud del filme en si: los escenarios, los desfiles reales, la cantidad de extras que aparecen con total armonía, el color, el vestuario. Y los planos de la reina de Egipto, la Cleopatra Taylor, una maravilla de mujer, y una apasionada reina de la escena.
Unos personajes dramáticos, con sus sueños y sus anhelos. Y entre medio, el tórrido romance que acabaría en boda entre la actriz y Richard Burton, su verdadero amor, con el que se casó dos veces. Taylor-Burton, un tándem para la eternidad.
4. Castillos en la arena, dir. Vincente Minelli. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Eva Marie Saint, Charles Bronson. Drama. 1965
5. ¿Quién teme a Virgina Wolf?, dir. Mike Nichols. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Richard Burton, George Segal, Sandy Dennis. Drama. 1966
El segundo Oscar bien merecido para la gran actriz, ya en su madurez artística y personal, fue por su personaje de Martha en Quién teme a Virginia Wolf.
Martha y George (Richard Burton) son un matrimonio de mediana edad que viven en constante batalla verbal, exacerbado por un consumo de alcohol excesivo por parte de él, y una insana frustración como mujer por parte de Martha.
Una noche invitan a un profesor joven de la Universidad (George Segal) donde trabaja George, y a su esposa (Sandy Dennis). Lo que empieza como un juego acaba siendo un infierno de insultos, alcohol y burlas, donde salen a relucir los temores, odios y penas de los cuatro protagonistas.
Excepcional trabajo de Elizabeth Taylor que está sublime en su papel de loca borracha, desquiciada y cínica. No en vano ganó el Oscar como mejor actriz por su interpretación. Richard Burton que era su pareja en la vida real, era alcohólico y esto propició una relación turbulenta con la actriz, hasta 1974 que se divorciaron, volviéndose a unir en 1975 y separándose definitivamente en 1976.
5. La fierecilla domada, dir. Franco Zeffirelli. Actores/Actrices: Elizabeth Taylor, Richard Burton, Michael York, Cyril Cusak. Adaptación de Shakespeare, de la que hablé en la entrada donde podréis encontrar más información.
Aquí acaba la entrada dedicada a un mito de Hollywood, la mujer más bella de ojos violetas del cine del S. XX. Elizabeth Taylor, la gata que subió al tejado de la fama del cine de la época dorada, y no tuvo vértigo, y quedó inmortalizada, como una diosa egipcia, como una reina de corazones, como un corazón de oro, en la cumbre del estrellato cinematográfico. Espero que os haya gustado y hasta pronto.
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