Anna Magnani, ¡Bravíssima!

Tuvo la gran suerte de que Rossellini le dio un papel protagónico en el film que inicia el Neorrealismo italiano. Roma, ciudad abierta (1945). Su papel de la Señá Pina, impecable creación de una mujer que es todo un volcán emocional, en una melancólica historia ambientada en los últimos días de la ocupación alemana en su amada Roma, la transformó de desconocida a la Bravíssima Magnani a nivel internacional. 

No formó parte del star system, ni fue una maggiorate -a diferencia de sus contempóraneas, como la Loren, la Lollobrigida, o incluso, la Mangano-; más bien, Anna Magnani tenía unos rasgos rudos, ojerosa, poco atractiva, y un cuerpo sin pizca de sensualidad. Pero fue una gran actriz, exponente del cine de los años 50, y musa de directores de gran renombre que la encumbraron como una de las mejores de la época del Neorrealismo italiano.


Se me ha ocurrido hablar sobre Magnani. Por su fuerza, por su realismo, por su honestidad. Porque se entregaba en cuerpo y alma en cada papel que protagonizaba, como lo hacen las grandes: si había que llorar, gritar, pelear, se enfurecía, se desmelenaba literalmente, y entonces, su presencia era lo que prevalecía.

Aunque ganó un Oscar -que no fue a recoger- nunca estuvo en los altares de Hollywood. Mas bien, hubiese pasado desapercibida, otra actriz mediterránea más de montón, si no hubiese tenido el gran don de ser AUTÉNTICA. Perdía el glamour, pero ganaba en emotividad, y eso fue la clave del éxito de Anna Magnani. 

Empezó su carrera artística actuando en cabarets, antes de entrar en la escuela de Arte Dramático de Roma. Aquí se inician sus tablas, en giras teatrales ambulantes. 

En Bellissima de Luchino Visconti (1951), la recuerdo vivamente. Es una película muy buena, y quien tenga una madre tóxica, ahí tiene un buen prototipo: el de Maddalena (gran papel de la actriz), una madre capaz de todo para convertir a su poco talentosa hija Maria de cuatro años en una estrella infantil. Podéis ver más información en la entrada Películas Madres e Hijas.  de su hija una pequeña estrella (sin ver que no tiene talento ni para gimotear, y la atemoriza cada vez más). El drama de una madre exigente por amor, frustrada con la realidad de tener una hija normal: ni prodigiosa ni tan "bellissima" como ella querría que fuese.

Ciertamente, he visto pocas películas de Anna Magnani, pero las tres son inmejorables. Solo me queda un comentario para el papel que le dio el Oscar en La rosa tatuada, junto nada menos que a Marlon Brando como partenaire. Un dúo actoral de una fuerza de rompe y rasga. En palabras del crítico Diego Galán "Anna Magnani se ofrecía a sí misma en cada película, tomando de cada personaje cuanto coincidía  con su propia tragedia o con su amor por la vida". 
La Medea, La Medusa, La Tigre, la apodaron. La Magnani, solo e tutto!

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