Sean Connery (25 ago 30-31 oct 20). El primer James Bond, el último Caballero

 


Ayer nos dejaba otro actor de altura. No sólo físicamente, sino también profesionalmente. Sean Connery nació en Escocia pero triunfó en Estados Unidos. 

Fue soldado en la vida real y en el cine, y por eso su rol de capitán de un submarino soviético en La caza del Octubre Rojo destaca como una de sus grandes actuaciones; 
también fue policía en la gran pantalla, En los intocables de Elliott Ness -ganando el Oscar a mejor actor de reparto en 1987 y el Globo de Oro-y ladrón en Negocios de familia.

Le recordaremos por ser el primer James Bond oficial de la saga de las novelas de Ian Fleming. Socarrón, sexy, elegante, irónico, sagaz y amante de sus bellas enemigas en aventuras del agente 007. Siete veces siete películas en las que interpretó al famoso Bond, James Bond. 

Amó a Marnie la ladrona como nadie, hasta dejarse engañar por ella, y por eso Hichtcock le dio el papel del marido que intenta desenmascarar lo que se esconde detrás de la frigidez y la conducta neurótica de su bellísima esposa Marnie (interpretada por Tippi Hedren), ese fantástico psicothriller dramático de 1964. Y fue fiel amante de la espía rusa, Katya (Michelle Pfeiffer) en el thriller político escrito por John Le Carré La casa Rusia.

Sean Connery era escocés de tomo y lomo, y se le dio muy bien interpretar a reyes de la Britannia, y prohombres del medievo; fue rey en El último caballero (1995), interpretando a Arturo de Camelot, y se atrevió a ponerse en la piel de un franciscano del siglo XIV, Guillem de Baskerville, en un recordado thriller de crímenes, monjes, vicios y libros prohibidos: El nombre de la rosa (1986), basado en una novela homónima del doctor Umberto Eco. Ganó un BAFTA como mejor actor. 

En 1989, se fue de aventuras con Steven Spielberg, haciendo el papel del padre de Indiana Jones y la última cruzada, aunque con 70 años no dejaba de ser tan sexy como el propio protagonista (Harrison Ford). Fue nominado a los Bafta.

No ganó la batalla de la inmortalidad ("solo puede quedar uno"), pro nunca morirá su recuerdo en los anales del cine de todos los tiempos.


In memoriam

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