James Stewart, el tímido arquitecto convertido en estrella de Hollywood


Hoy el mítico galán de la época dorada de Hollywood, James Stewart, un hombre elegante, serio, con su expresión entre la bondad y la timidez, pero también un actor que lo daba todo en sus actuaciones, con rectitud e inteligencia -igual que lo hizo en su vida privada-, cumpliría 115 años. 

En homenaje a esta estrella del cine clásico, nacido el 20 de mayo de 1908 en  Indiana, Pennsylvania, abro una nueva entrada para hablar no solo de sus mejores películas, sino también de su personalidad. De cómo su carácter se vio reflejado en los papeles que realizó en el cine de los años 30, 40 y 50 del S. XX, y de los éxitos que cosechó. 

James Stewart parecía mayor de la edad que tenía en realidad. Recuerdo que en su interpretación en El bazar de las sorpresas (1940), y aunque en ese film representaba a un joven jefe de ventas, en una tienda de variedades, casi como un "todo a cien", su talante siempre comedido, sin extralimitarse, educado, altísimo -hacía 1,90 cm-, con un vestuario de traje y sombrero de ala ancha, como los galanes de la época, le daban un aire de hombre adulto (tenía por entonces 32 años), y al lado de su co-protagonista, Margaret Sullavan (ex mujer de uno de sus mejores amigos, Henry Fonda, y su primer amor) semejaba casi su hermano mayor. 

La película de Ernest Lubitsch es una comedia romántica, y como tal, James Stewart se ve envuelto en un enredo amoroso anónimo. En los momentos cómicos, "Jimmy" (así le llamaban en Hollywood) se muestra con un sentido del humor hilarante pero a la vez intrínseco, serio, de muecas pero sin exageraciones ni carcajadas. En las escenas de guerra de sexos que mantiene en vilo el hilo conductor en la obra maestra de Lubitsch con Sullavan, no le ves gritar ni enfadarse a la manera de otros actores más viscerales de la época, ni maltratar a su partenaire; más bien se enfurruña como un niño tímido. Y ya no hablemos de los sentimientos amorosos, en los que el actor se muestra normalmente bastante timorato, poco dado a la pasión, que hasta un beso parece un roce cariñoso hacia su pareja en la ficción.  

Si queréis saber más sobre El bazar de las sorpresas, hablé de ésta en la entrada sobre los remakes más relevantes que he visto, ya que este filme tiene una adaptación, interpretada por Tom Hanks y Meg Ryan, Tienes un e-mail

James Stewart empezó la carrera cinematográfica a los 27 años, cuando fue descubierto por Hedda Hopper para debutar con un papel en el elenco de La voz que acusa, junto al gran Spencer Tracy. Quién se convirtiera en unos de los actores más queridos y con más de cien películas en su haber, iba para arquitecto, un trabajo de concentración y cálculo, que después proyectó en la mayoría de sus papeles más conocidos. 

El actor se caracterizó en sus primeras películas por hacer papeles simpáticos, bonachones, y juiciosos. En Vive como quieras, de Frank Capra, James Stewart es el antagonista del resto de protagonistas del film, ganador del Oscar a mejor película de 1938. Un joven de clase alta, de corte clásico y remilgado, introvertido, educado, y centrado, conoce a la familia de su prometida (Jean Arthur, con la que coincidió posteriormente en Caballero sin espada 1939), un grupo de personas que parecen salidas de un frenopático. El joven Kirby (Stewart), enamorado hasta las trancas de Alice (Arthur) tiene que lidiar entre dejar a su novia o olvidarse del dinero familiar, ya que tiene que llevar a sus padres a una cena en la que juntará a todos esos excéntricos personajes con ideas liberales y a sus progenitores conservaduristas republicanos. El ritmo es frenético, pero aunque parece que el protagonista va a tirar la toalla, se mantiene con su talante pausado y conciliador, abogando por unos y por otros. Nuevamente, el mismo rasgo de su personalidad, del Stewart real, la bondad y el bien común por encima de todo.

Al año siguiente consiguió la estatuílla como mejor actor de reparto por su interpretación en Historias de Filadelfia, junto a otros de los galanes contemporáneo, Cary Grant, y la inigualable Katherine Hepburn. 

Un hecho catártico marcó un cambio en su vida, y en su carácter: su participacion en la segunda guerra mundial, en la que fue piloto de bombarderos del ejército estadounidense, y vivió en primera persona las penurias y horrores de la batalla. Esta vivencia dejó un poso doloso en el actor, que vivió durante años concatenando una depresión tras otra, por el estrés postraumático que le causó su hazaña patriótica. 

Según sus biógrafos, nunca habló de ello, el trauma endógeno lo llevó con él, y siguió mostrando la misma postura agradable y honesta. Pero como he expresado anteriormente, su carácter cambió y así lo pudimos apreciar en sus papeles posteriores: más atormentados, oscuros y llenos de culpa. Sus trabajos con Hitchcock lo evidencian, incluso sus papeles en westerns celebres, que ya dejaban atrás al sencillo y desgarbado Jimmy Stewart, el hombre-actor optimista que fue en sus inicios 

Un ejemplo de este cambio interior se dio concretamente en su aparición en 1946 en Qué bello es vivir. El director del filme y amigo de Stewart, Frank Capra, con el que ya había trabajado anteriormente, le animó a volver a rodar una película, delante de la apatía que mostraba y porque no tenía contrato con los estudios al volver de la guerra. El personaje de George Bailey que encarnaba en esta obra, tenía los rasgos característicos de sus primeros papeles: un hombre generoso, un buen padre y esposo, un luchador por el bien de sus vecinos, el prototipo de americano republicano; a la vez, vemos un James Stewart que no se había expresado antes como lo hace en el meollo del argumento: cae en desgracia, y se viene abajo, llegando a querer suicidarse. Sus expresiones de calvario interior, su impotencia, su llanto fue algo que antes nunca se había visto en sus personajes. Era su papel, pero también había parte de su trauma psíquico. 

Sus papeles en los años 50 y 60 se distanciaban del prototipo que Stewart se había marcado. Confieso que no he visto los westerns que protagonizó bajo la batuta del director Anthony Mann, y paso a hablar de sus famosas e inolvidables actuaciones en las obras del maestro del suspense, Alfred Hitchcock. 

El director británico supo encontrar en James Stewart el punto de inteligencia innata, el héroe por casualidad, el sarcasmo y sus miedos. Desde La soga (1948), La ventana indiscreta (1948), El hombre que sabía demasiado (1956) y Vértigo (1958), el cariz que toma su interpretación estará influida por sus fantasmas interiores, con un carácter más oscuro y una profundidad emocional que el gran director supo aprovechar. Todas estas películas están reseñadas en la entrada 12 años de Hitchcock en Technicolor. 

Esta faceta del hombre angustiado se intensificó tanto en el western de John Ford El hombre que mató a Liberty Valance como en Anatomía de un asesinato, en la que ha de defender en un juicio a una libertina mujer presuntamente causante del asesinato de un hombre, y a él mismo le da repugnancia abogar por su clienta, por ser la antítesis de su pensamiento puritano y conservador. 

James Stewart, un mito entrañable, que recuerdo con esa forma simplona y simpática de interpretar cada papel. Lo recuerdo elegantemente alto, y me da vertigo. Sabía demasiado y por eso se convirtió en un mito. Discretamente, se fue a los 89 años, y el público lo elogió por su carisma de bondad y buen juicio. 


 



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