Rebeldes míticos en Hollywood años 50

 MARLON BRANDO
En el cine de los años 50, en Hollywood vuelve a aparecer la necesidad de tener actores que habían nadado a contracorriente, impulsivos, descarados, rudos pero a la vez, sentimentales, sensibles y enamorados (Clark Gable, Spencer Tracy, Errol Flynn, John Garfield). Jóvenes actores que relevasen a la anterior generación de los grandes actores. Aparece en escena, un muchacho nacido en Omaha, en 1924, cuyo carácter ya de por si era inconformista, nada conservador y abrió el camino a los que se les llamó "jóvenes rebeldes" (ya hablé de uno de los míticos en otra entrada, James Dean), pero también hubo otros actores revolucionarios en estos años, que siguieron los pasos de Brando o fueron contemporáneos al mítico actor. 
Hablaré de las películas que realizó, éxitos sin precedente, y siempre basándome en los RECUERDOS: las películas que he visto y que conservo vívidamente en mi memoria.

Brando estudió en el Actor´s Studio de Strasberg, y se basó en el Método Stanislawsky, una forma de actuar que el actor lo llevó al límite, y se convirtió en un virtuoso, un genio de la actuación. Nació con la década y su primera interpretación fue en 1950, bajo la tutela del director Zinnemann, en un drama que llevaba por título Hombres. El papel de Brando es el de un soldado que vuelve de la guerra paralítico, y con un estrés postraumático, ya que poco le queda de ser un hombre. Lleno de ira, tiene una fuerza dramática junto a la actriz que hace de su mujer, Teresa Wright, que se desvive por calmar su amargura y su impotencia vital. La película no fue ningún taquillazo, pero Marlon Brando ya obtuvo un importante reconocimiento. 

Me he perdido algunas de sus actuaciones estelares en grandes películas como Julio César, pero sí que puedo hablar de su papel, que pone los pelos de punta, y que le valió un Oscar en La ley del silencio, de Elia Kazan, realizada en 1954, y que vuelve a ser un rebelde, un revolucionario en pro de la justicia. Un estibador, ex boxeador, capaz de enfrentarse al jefe sindical del puerto (papel de otro grande, Lee J Cobb), en lucha por una mejores condiciones laborales y sociales, y de defender su honor. Y a su vez, es un personaje sentimental: ama a la hermana de un trabajador asesinado, interpretada por Eva Marie Saint, y tiene en su tejado, un nido de palomas mensajeras. 
La película obtuvo ocho Oscars, entre ellos, mejor Película, director, y por supuesto, mejor actor para Brando y mejor actriz para Saint. Está considerada como una de las obras fímicas cumbre del realismo americano de la época. 

Su segunda película es para todos los cinéfilos un filme mítico, tanto por sus actores y actrices, y también, por su guión. Un tranvía llamado Deseo (1951), titulo legendario del escritor sureño Tennessee Williams. Brando ya había interpretado dicha obra en Broadway, y el director, Elia Kazan supo de su éxito en los escenarios, y le volvió a ofrecer el papel del actor protagonista: el macho, rudo y camiseta mojada que siempre tendremos en nuestra memoria, el odiado y deseado Stanley Kowalsky. 
Kazan también busco a la co-protagonista entre las actrices con más reclamo internacional, y acertó de lleno: Vivien Leigh, aquella Scarlett O'Hara inolvidable, ahora se convertía en una mujer adulta, perseguida por sus demonios interiores, Blanche du Bois, el papel que le valió un Oscar. 
Pero realmente, quien entró en la mitología del cine fue Brando. Su interpretación tan emocional fue alabada, y su caracterización se consideró como un nuevo sex-appeal masculino, opuesto al galán romántico, el actor representó a un macho musculoso, siempre en camiseta, descuidado, maltratador con su esposa y bruto, pero así y todo, despertando una arrebatadora sexualidad animal, tanto en las mujeres como en los hombres. El film ganó el Oscar por su dirección artística, y los actores de reparto, Karl Marlden y Kim Hunter, ambos ganaron sus respectivos Oscars. 

Marlon Brando se atrevió a cantar y bailar en un musical que se había estrenado en Broadway, y que Joseph L. Mankiewicz (No os perdáis su biopic Mank, estrenada en 2020) reconvirtió su guión para estrenarla en la gran pantalla: Guys and Dolls (1955). De esta película ya hice reseña en la entrada Las mejores peliculas musicales  de la época dorada del cine

Cambió de registro y aceptó actuar en una cinta melodramática, Sayonara en 1956. Explicaría que este papel representaba sus ideales: antirracista y su relación con todo lo oriental. De hecho fue un aspecto muy explotado, con fotografías de Brando con parejas euroasiáticas, y también tocando instrumentos originarios de Oriente. Una faceta exótica que se sumaba al mito. Se casó en tres ocasiones, y lo hizo con mujeres de origen hindú, thaitiano y mexicano. 
En las décadas siguientes perdió fuelle, y quedó atrás aquel rebelde inicial, pero no por ello siguió sumando éxitos hasta el final de sus días. Hay más filmografía de Marlon Brando en este blog, a vuestra disposición. 




 PAUL NEWMAN
Podría escribirse un libro entero -de hecho ya existe- de otro prestigioso y mítico actor relevante en los años 50, y que trabajó durante más de 50 años, inclusive como director de sus propias producciones. Los ojos azules que nunca olvidaré, tan parecidos a los de mi padre. Paul Newman iba a ser apodado como "el doble de Brando", por ser también antisistema, iracundo, y muy cínico. Pero se ganó la fama, y fue único. Posiblemente, no tenía el genio de Marlon pero sí un físico y una profesionalidad que lo encumbrarían tanto como actor como director en Hollywood. 

Quería dedicarse al deporte, pero después de participar en la segunda guerra mundial, se puso a trabajar en una tienda deportiva, propiedad de su padre. Le picó el gusanillo de la actuación, y empezó realizando papeles teatrales. Entró finalmente en el Actor´s Studio, como lo había hecho Brando antes que él, y pasó por la fase bohemia novayorkina, vistiendo y peinándose al estilo James Dean, hecho que le ayudó en su lanzamiento publicitario. 
Hace muchos años vi una de sus primeras películas, y además de encontrarlo bellísimo, pude comprobar la fuerza de su interpretación, nada impostada en la película Marcado por el odio (1956), en el que hacía el personaje del boxeador Rocky Graziano, junto a la actriz Pier Angeli. Newman era inconformista, peleón, luchando con sus puños para salir de la miseria.


El largo y cálido verano supuso un salto hacia la cima del éxito para Newman. Dirigido en 1958 por Martin Ritt, este film basado en un relato de Faulkner, le otorgó reconocimiento y el premio a mejor actor en Cannes. Una interpretación controvertida, de un tipo que va haciendo trapicheos, y que tiene fama de pirómano, para llegar a ser alguien, aunque sea estafando o alineándose con los ricos más corruptos. Personajes del sur de Estados Unidos atormentados, con el patriarca de la familia obsceno y dictatorial -papel del gran Orson Welles-, y con una carga sexual represiva en el papel de las hijas. 
Fue la primera vez que actuaba junto a quien sería su esposa hasta el día de su muerte, Joanne Woodward, de quien se enamoró en ese mismo set. 
Ese mismo año protagonizó junto a Liz Taylor otro gran título inolvidable, La gata sobre el tejado de zinc caliente, del cual ya hablé en otra entrada. 
Seguiremos hablando de este mítico actor de mirada del color del cielo. 

MONTGOMERY CLIFT
Monty Clift, para los amigos, fue otro actor del grupo de los jóvenes rebeldes de la década del cine de los 50. A diferencia de sus colegas Brando, Dean y Newman, Clift fue el más sensible y humano. Quizás porque era de carácter vulnerable y su vida fue un verdadero drama. 
Desgraciadamente, su belleza y sensibilidad acabo rota por el alcohol, la depresión y una vida íntima que fue patética. 
Pero, entremos en materia fílmica. Al principio, Montgomery apareció como una alma libre. No iba disfrazado de tipo duro ni haciendo espectáculos. No se expresó con rabia, y supo escoger bien sus películas. Como Brando y Newman, se inició en los escenarios de Broadway. Fue descubierto por su gran talento, y su serenidad. 

Su actuación en La heredera fue mi primer descubrimiento de su gran profesionalidad. Esa mezcla entre la simpatía y la desfachatez, la del personaje que con sus argucias se presenta a una poco agraciada niña rica -papel estelar de Olivia de Havilland, ganadora del Oscar a Mejor actriz-, con el fin de declararle su amor incondicional, sabiendo que nadie más se va a interesar por ella, ni su propio padre. Un personaje desagradable que va detrás de la fortuna de un patito feo, la solterona más codiciada de Washington Square (título original del libro de Henry James). Pero dónde las dan las toman, y ella se vengará de todos los que la han maltratado. 
A pesar de su papel antipático, se le consideró el perfecto galán pero enseguida se desquitó de ese cliché con sus posteriores trabajos. 
Monty trabajó con Elizabeth Taylor en varias ocasiones. La actriz fue su gran amiga y confidente, y la que lo entendió por ser homosexual -al igual que lo hizo con sus otros grandes colegas, Dean, Roddy MacDowall y Rock Hudson que también salieron del armario tarde y en penosas circunstancias-. Clift atraía a sus coprotagonistas sin dominarlas, más bien con su poder emocional, como si las hipnotizara. Oscar a la Banda sonora, Dir. artística y vestuario.

En 1953 hizo dos buenos papeles en dos memorables películas: Yo confieso, de Alfred Hitchcock (encontraréis la información en 12 años de Hitchcock en Technicolor); y De aquí a la eternidad, del Fred Zinneman, donde hace de un soldado sensible, que acaba siendo víctima de la brutalidad de los oficiales. Fue nominado al Oscar a mejor actor secundario. Fue un salto hacia la cima del cine adulto. El filme se llevó el oscar a mejor película de ese año, y siete OSCARS más: Mejor dirección, mejor actor de reparto para Frank Sinatra, otro soldado implicado en la trama; mejor actriz de reparto para Donna Reed (papel de la novia de Clift), guión, montaje, fotografía en B/N y sonido.

Pasó unos años que no hizo ninguna aparición en la gran pantalla. Según se cuenta, estaba pasando por una época de crisis económica y psíquica, y se movía por ambientes gays a escondidas. El drama no acabó para el actor, pues en 1957 tuvo un accidente automovilístico -al igual que James Dean- que dejó una parálisis en su cara, perdiendo la belleza de su rostro, y con posibilidad de quedar ciego. Le salvó continuar en la brecha, con grandes títulos como De repente, el último verano (1959), de la que ya he hablado en otra entrada, y donde se volvía a reencontrar con su gran amiga, Liz Taylor. De la rebeldía serena, pasó al patetismo y al drama personal, y empezó a afianzarse al alcohol en mayor grado. 

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